Restaurando el Cristianismo original—¡para hoy!
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15 de junio de 2025
Queridos hermanos,
Acabamos de pedir 6,500 Biblias más. Sin embargo, ha habido retrasos en la fabricación del papel especial para la Biblia, así como en su envío a la imprenta. Por lo tanto, las Biblias se imprimirán a finales de julio o principios de agosto. Esto significa que no las recibiremos hasta principios de septiembre. Será una Biblia hermosa. Además, será la edición más completa que hemos producido, ya que hemos añadido varias actualizaciones para aclarar varios pasajes difíciles de las Escrituras. También estamos a punto de terminar nuestro nuevo libro de transcripciones de 300 páginas con CD, "El amor de Dios—Sobrepasa el conocimiento humano". Y, por último, imprimiremos 3,000 ejemplares más de "América y Gran Bretaña: Su origen bíblico y destino profético".
Tenemos mucho tráfico en nuestros sitios web cbcg.org, truthofgod.org y churchathome.org. También tenemos un canal de YouTube que presenta nuestros servicios de Sábado y presentaciones de Iglesia en Casa. Además, más de 1,200 hermanos ven nuestros servicios de Sábado transmitidos en vivo cada semana. Tendremos informes detallados para usted en la próxima carta de julio.
La Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica está dedicada a Restaurar el Cristianismo original—para hoy. Esto significa restaurar el verdadero Evangelio original; como esta revelado y enseñado por Jesucristo y Sus apóstoles personalmente escogidos; y preservado en el Nuevo Testamento respirado por Dios. Creemos y practicamos la Palabra de Dios, como está inspirada y preservada en la Santa Biblia—Antiguo y Nuevo Testamento. Por tanto, somos Escrituralistas. Seguimos estrictamente la Biblia y recapturamos el verdadero significado bíblico de la Palabra de Dios al comparar escritura con escritura—para probar todas las cosas. La Palabra de Dios es la verdad de Dios, del Dios de Verdad. Como dijo Jesús, debemos “vivir por cada palabra que procede de la boca de Dios.” (Mateo 4:4; Lucas 4:4).
No aceptamos, enseñamos, o practicamos, ninguna tradición de hombres—a pesar de sus reclamaciones—ya sea del Judaísmo, Catolicismo o Protestantismo. El grito de batalla original del Protestantismo, Sola Scriptura, (“las Escrituras y solamente las Escrituras”). Hoy, más de 500 años después, ese lema original ha sido olvidado e ignorado por los Protestantes; y rechazado por los Católicos. Como resultado, todo el “cristianismo” ortodoxo ha ido por mal camino y ahora están meramente practicando las tradiciones paganas “cristianizadas”, enseñanzas y filosofías de hombres.
Estas falsificaciones, de hecho, comenzaron en los días de los apóstoles. La corrupción de la Iglesia de Dios por falsos ministros con falsas enseñanzas estuvo ganando prominencia en el tiempo que llevó a la destrucción de Jerusalén y el templo en el 70 d.C. En su urgente epístola, el apóstol Judas, el hermano de Jesús, sonó la alarma de esta insidiosa apostasía ganando poder cuando escribió: “Amados, cuando estaba personalmente ejerciendo toda mi diligencia para escribirles concerniente a la común salvación, fui impulsado a escribirles, exhortándolos a pelear fervientemente por la fe, la cual una vez por todo tiempo ha sido entregada a los santos. Porque ciertos hombres se han deslizado sigilosamente, aquellos de quienes hace tiempo ha sido escrito, condenándolos a este juicio. Ellos son hombres impíos, quienes están pervirtiendo la gracia de nuestro Dios, convirtiéndola en libertinaje, y están personalmente negando al único Señor Dios y a nuestro Señor Jesucristo.” (Judas 3-4).
Así, los verdaderos ministros de Dios deben alimentar al rebaño —enseñar y preparar a los hermanos para el regreso de Cristo y el Reino de Dios—y predicar el verdadero Evangelio: “Entonces los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña en la cual Jesús les había señalado para reunirse con Él. Y cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús vino y les habló, diciendo, ‘Toda autoridad en el cielo y sobre la tierra Me ha sido dada a Mí. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, bautizándolos dentro del nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles a observar todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, Yo estoy con ustedes siempre, incluso hasta la terminación de los siglos.” Amén” (Mateo 28:16-20).
Después de que Jesús ascendió al trono de Dios para presentarse como el sacrificio perfecto por el pecado del mundo, se apareció más tarde ese mismo día a los discípulos. En ese momento, les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras y les explicó cómo predicar el Evangelio al mundo: “Y les dijo, “Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aun con ustedes, que todas las cosas que fueron escritas concerniente a Mí en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos deben ser cumplidas.” Entonces les abrió sus mentes para entender las Escrituras, y les dijo, “De acuerdo a como está escrito, era necesario para el Cristo sufrir, y resucitar de los muertos al tercer día. Y en Su nombre, arrepentimiento y remisión de pecados deberían ser predicados a todas las naciones, comenzando en Jerusalén. Porque ustedes son testigos de estas cosas” (Lucas 24:44-48).
El día 40 después de la ascensión original de Jesús al Padre, Él se apareció a los apóstoles por última vez. En este día trascendental, amplió aún más la misión de predicar el Evangelio al mundo: “Así entonces, cuando estaban reunidos, le preguntaron, diciendo, “Señor, ¿restaurarás el reino de Israel en este tiempo?” Y Él les dijo, “No es para ustedes saber los tiempos o las temporadas, las cuales el Padre ha establecido en Su propia autoridad; pero ustedes mismos recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes, y serán Mis testigos, en Jerusalén y en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”” (Hechos 1:6-8).
La frase “hasta los confines de la tierra” es claramente una profecía para todas las iglesias de Dios desde aquel tiempo hasta el regreso de Jesús, para continuar predicando la Palabra de Dios, el Evangelio del Reino, a través de los escritos de los apóstoles. Obviamente, para cuando los apóstoles murieron, no habían llegado a los “confines de la tierra” con el Evangelio. Pero sus escritos—el Nuevo Testamento—sí. Por favor, vea “¿Por qué hay tantas Biblias en el mundo?” en las páginas x-xi de La Santa Biblia en Su orden original. Este breve ensayo muestra que Jesús profetizó que el Evangelio, la Palabra de Dios, se publicaría en todo el mundo antes de que llegara el fin: “Pero el fin no es aun.… Y el Evangelio debe primero ser publicado entre todas las naciones” (Marcos 13:7, 10).
Al poner juntos estos pasajes, vemos que el mandato de Jesús fue una misión eterna para la Iglesia de Dios. Es mi oración constante que todos los hermanos y ministros de las diversas iglesias de Dios se sometan a Dios y cumplan fielmente el mandato de Jesús. Jesús comenzó Su ministerio en Galilea “proclamando el evangelio del reino de Dios, y diciendo, “El tiempo ha sido cumplido, y el reino de Dios está cerca a la mano; arrepiéntanse, y crean en el evangelio.” (Marcos 1:14-15). El anuncio de Jesús sobre la venida del reino continúa hoy para las iglesias de Dios. Esto es lo que debemos predicar y enseñar.
A nivel individual, cada uno de nosotros tiene un papel en la predicación del Evangelio del Reino de Dios—tanto a través de nuestra vida como luz para el mundo, como de nuestro servicio como parte de la iglesia de Dios. Jesús prometió: “Y este evangelio del reino será proclamado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones; y luego vendrá el fin” (Mateo 24:14). En años recientes, al no comprender lo que sucedía en las iglesias de Dios, algunos ministros y hermanos pensaron que esta advertencia sería dejada para los Dos Testigos. Si bien es cierto que tendrán un testimonio y una obra inmensos que realizar, nunca debemos asumir que podemos quedarnos de brazos cruzados y no predicar el Evangelio—dejándolo en sus manos. Hacerlo sería un grave incumplimiento de nuestro deber ante Dios.
El apóstol Pablo comprendió que tenía la responsabilidad dada por Dios de predicar el Evangelio, como explicó a los corintios: “Porque aunque predico el evangelio, no hay razón para mí de jactarme porque una obligación ha sido puesta sobre mí. Y ¡ahí de mí, si no predico el evangelio! Porque si hago esto voluntariamente, tengo una recompensa; pero si hago esto contra mi voluntad, he sido confiado con un ministerio” (1 Corintios 9:16-17).
También comprendió que su ministerio era una mayordomía de Dios—una responsabilidad sagrada que Dios le había encomendado: “Así entonces, cada hombre considérenos como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Más allá de eso, es requerido de los administradores que uno sea encontrado fiel” (I Corintios 4:1-2).
Todos debemos ver nuestro llamado de la misma manera—una mayordomía, un llamado a la verdad, el amor y la fidelidad—porque Dios el Padre y Jesucristo han elegido personalmente morar en nosotros mediante el poder del Espíritu Santo. Por lo tanto, mientras vivamos en el mundo, no somos parte de él. Esto se hace especialmente evidente durante la temporada de festivos mundanos, porque rechazamos esos días paganos y, en cambio, guardamos el Sábado semanal y las Fiestas anuales y Días santos de Dios.
No debemos participar de las costumbres y religiones del mundo. Pablo advirtió sobre esto cuando escribió: “No se unan desigualmente con incrédulos. Porque ¿qué tienen en común la justicia y la ilegalidad? Y ¿qué compañerismo tiene la luz con la oscuridad? Y ¿qué unión tiene Cristo con Belial? O ¿qué parte tiene un creyente con un incrédulo? Y ¿qué acuerdo hay entre un templo de Dios y los ídolos?
Porque ustedes son un templo del Dios vivo, exactamente como dijo Dios: “Viviré en ellos y caminaré en ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. Por tanto, salgan de en medio de ellos y sepárense,” dice el Señor, “y no toquen lo impuro, y Yo los recibiré; y seré un Padre para ustedes, y ustedes serán Mis hijos e hijas,” dice el Señor Todopoderoso.… Ahora entonces, amados, ya que tenemos estas promesas, deberíamos limpiarnos nosotros mismos de toda profanación de la carne y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (II Corintios 6:14-18; 7:1).
Así que necesitamos ser fieles , porque hemos sido llamados a la vida eterna, a ser parte de la Familia de Dios—a convertirnos en seres espirituales inmortales al regreso de Cristo y la primera resurrección. Recuerden siempre que Jesús nos ama—murió por nosotros. ¡El Padre también nos ama y responde nuestras oraciones! Por eso debemos orar directamente a Dios Padre, como dijo Jesús: “...pedirán en Mi nombre; y no les digo que rogaré al Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama, porque ustedes Me han amado, y han creído que salí de Dios” (Juan 16:26-27). Los mensajes de Juan son cruciales, pues nos enseñan lo que Dios quiere que creamos, sepamos y hagamos.
Por otro lado, el cristianismo ortodoxo de este mundo—bajo el engaño de Satanás el diablo y el espíritu del anticristo—no tiene al verdadero Padre ni al Hijo. Su mezcla de verdad y error—y su rechazo del Sábado y los Días santos de Dios, junto con un falso amor a Dios—es una réplica exacta de lo que Juan y los hermanos experimentaban en su tiempo.
Una vez que comprendemos la simplicidad de los mensajes de Juan —el amor de Dios, la observancia de los mandamientos, la observancia del Sábado y los Días santos—podemos comprender las verdades más profundas de Dios. Podemos restaurar el cristianismo original en nuestras vidas. Juan continúa: “Hijitos, es el último tiempo; y exactamente como han oído que el anticristo viene, incluso ahora muchos anticristos se han levantado, por lo cual sabemos que es el último tiempo. Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nosotros porque si fueran de nosotros, hubieran permanecido con nosotros; sin embargo, se fueron para que pudieran ser expuestos y mostrar que todos ellos no eran de nosotros.… No les escribí porque no conocen la verdad, sino porque la conocen, y entienden que ni una mentira viene de la verdad. ¿Quién es el mentiroso si no es aquel quien niega que Jesús es el Cristo? Él es el anticristo—aquel que niega al Padre y al Hijo. Cualquiera que niegue al Hijo no tiene al Padre tampoco. Por tanto, viva en ustedes lo que han oído desde el principio; si lo que han oído desde el principio está viviendo en ustedes, entonces estarán viviendo en el Hijo y en el Padre. Y ésta es la promesa que Él nos ha prometido: vida eterna” (I Juan 2:18-19, 21-25). Y además: “Pero aquel que continúa en la doctrina de Cristo tiene a ambos, al Padre y al Hijo” (II Juan 9).
Mediante el sacrificio de Cristo, el Padre nos ha reconciliado consigo mismo personalmente. Pablo escribe: “Y todas las cosas son de Dios, Quien nos ha reconciliado para Sí mismo a través de Jesucristo, y nos ha dado el ministerio de reconciliación” (II Corintios 5:18). Esto nos da acceso directo a Dios el Padre, con el Espíritu Santo de Dios en nuestro interior, a través de la oración personal y el estudio bíblico: “Y para poder reconciliar ambos [judíos y gentiles] a Dios en un cuerpo a través de la cruz, habiendo matado la enemistad [de las religiones humanas y la naturaleza humana] en ella. Entonces cuando vino Él, predicó el evangelio—paz a ustedes quienes estaban lejos y a aquellos que estaban cerca. Porque a través de Él tenemos ambos acceso directo por un Espíritu al Padre” (Efesios 2:16-18).
El engaño universal del fin de los tiempos: Satanás el diablo está engañando activamente al mundo entero en casi todos los aspectos de la vida—en cada institución, cada gobierno y todas las religiones (Apocalipsis 12:9). En los últimos días de los apóstoles, la Iglesia estaba sumida en falsas enseñanzas y en un "universo de engaño". Juan escribe: “Amados, no le crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus, si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. Por esta prueba ustedes pueden conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiese que Jesucristo ha venido en la carne es de Dios. Y todo espíritu que no confiese que Jesucristo ha venido en la carne no es de Dios. Y este es el espíritu de anticristo, el cual oyeron que iba a venir, e incluso ahora ya está en el mundo. Ustedes son de Dios, hijitos, y los han vencido porque más grande es Quien está en ustedes que aquel que está en el mundo. Ellos son del mundo; por esto, hablan del mundo, y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios; aquel que conoce a Dios nos escucha; aquel que no es de Dios no nos escucha. Por este medio conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu de engaño” (I Juan 4:1-6; véase también Mateo 24:5, 11, 24).
Hoy, experimentamos el mismo engaño a una escala mucho mayor porque el sistema mundial—el "Misterio de Ilegalidad"—está plenamente desarrollado. En el libro de Apocalipsis, Dios identifica este sistema de religión y gobierno como "BABILONIA LA GRANDE". En una visión, Juan vio esta fase final del engaño mundial de la iniquidad:
“Y uno de los siete ángeles que tenía los siete frascos vino y habló conmigo diciéndome, “Ven aquí; te mostraré el juicio de la gran ramera que se sienta sobre muchas aguas [pueblos, naciones y lenguas (versículo 15)]; con quien los reyes de la tierra han cometido fornicación, y aquellos que viven en la tierra se emborracharon con el vino de su fornicación.”
Entonces me llevó en el espíritu a un lugar desolado; y vi una mujer [el sistema religioso del mundo, liderado por el Falso Profeta] sentada sobre una bestia escarlata [un sistema de gobierno mundial—Apocalipsis 13] que tenía siete cabezas y diez cuernos, llena de nombres de blasfemia. Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y estaba adornada con oro y perlas y piedras preciosas; y tenía una copa de oro en su mano, llena con abominaciones y la inmundicia de su fornicación; y a través de su frente había un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Y vi a la mujer borracha con la sangre de los santos, y con la sangre de los mártires de Jesús. Y después de verla me maravillé con gran asombro.
Entonces el ángel me dijo, “¿Porque estas asombrado? Te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la lleva, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos. La bestia que viste era, y no es, pero está a punto de subir del abismo e ir a perdición. Y aquellos quienes habitan sobre la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, estarán asombrados cuando vean la bestia que era, pero no es, y todavía es.
“Aquí está la mente que tiene sabiduría: Las siete cabezas son siete montañas sobre las cuales se sienta la mujer. Y hay siete reyes; cinco están caídos, y uno es, y el otro no ha venido aun; y cuando él haya venido, es ordenado que permanezca por un poco. Y la bestia que era, y no es, es también el octavo, y es de los siete, y va a perdición. Y los diez cuernos que viste son diez reyes, quienes no han recibido aún un reino, pero recibirán autoridad como reyes por una hora con la bestia. Todos estos tienen una mente, y darán su poder y autoridad a la bestia. Estos harán guerra con el Cordero, pero el Cordero los vencerá; porque Él es Señor de señores y Rey de reyes, y aquellos que están con Él son llamados, y escogidos, y fieles”” (Apocalipsis 17:1-14; véase también Apocalipsis 19:11-21).
Para nosotros que vivimos en el tiempo del fin, esta “Babilonia la Grande” es incluso más intensa, opresiva e invasiva que durante los últimos días del apóstol Juan. Esto se debe a los medios de comunicación modernos, Internet y la tecnología—teléfonos inteligentes, computadoras e IA—que afectan a todas las naciones y pueblos. Ultimadamente, el juicio final de Dios sobre “Babilonia la Grande” involucrará al mundo entero. Juan lo describe de esta manera: “Y después de estas cosas vi un ángel descendiendo del cielo, teniendo gran autoridad; y la tierra fue iluminada con su gloria. Y gritó poderosamente con una gran voz, diciendo, “Babilonia la Grande esta caída, esta caída, y se ha convertido en habitación de demonios, y una prisión de todo espíritu impuro, y una prisión de toda ave impura y odiada; porque TODAS LAS NACIONES se han emborrachado del vino de la furia de su fornicación, y los reyes de la tierra han cometido fornicación con ella, y los comerciantes de la tierra se han vuelto ricos a través del poder de su lujo.”
Y escuché otra voz desde el cielo, diciendo, “Sal de ella, pueblo Mío, para que no tengas parte en sus pecados, y no recibas de sus plagas, Porque sus pecados han llegado tan lejos como el cielo, y Dios ha recordado sus iniquidades. Háganle a ella como ella les ha hecho a ustedes; y denle el doble, incluso de acuerdo a sus obras. En la copa que ella mezcló, devuélvanle el doble. Al grado que ella se glorificó a sí misma y vivió lujosamente, denle tanto tormento y pena. Porque dice en su corazón, ‘Me siento una reina entronada, y no soy viuda; y en ninguna forma experimentaré pena.’ Por esta misma razón, sus plagas vendrán en un día—muerte y dolor y hambre; y será quemada con fuego; porque el Señor Dios, Quien ejecuta juicio sobre ella, es poderoso. Entonces los reyes de la tierra quienes han cometido fornicación con ella y han vivido lujosamente, llorarán y lamentarán por ella, cuando vean el humo de su quema” (Apocalipsis 18:1-9).
Por eso necesitamos seguir predicando las profecías del fin de los tiempos para todos los que se arrepientan sinceramente y se acerquen a Dios el Padre y a Jesucristo. Seguiremos predicando Restaurando el Cristianismo Original—¡para hoy! Salgan de Babilonia la Grande— !los caminos satánicos de este mundo! ¡Arrepiéntanse! ¡Vuelvan a Dios! ¡En un futuro no muy lejano, Cristo regresará a esta tierra! El Reino de Dios está cerca—¡Arrepiéntanse y crean en el Evangelio!
Hermanos, en nuestras propias vidas, necesitamos acercarnos a Dios en oración sentida y el estudio diario de la Palabra de Dios, para que podamos crecer en gracia y conocimiento, y siempre estar venciendo. Damos gracias a Dios el Padre y a Jesucristo diariamente por la bondad y la misericordia mostradas a todo el pueblo de Dios. Les agradecemos su continuo amor y fidelidad a Dios y a los demás. Les agradecemos sus oraciones por nosotros y por todos los hermanos, y por su fidelidad en los diezmos y ofrendas. Oramos para que Dios los bendiga y los cuide en todo. Seguimos orando por ustedes, por su salud y su sanidad. Que el amor y la gracia de Dios continúe estando con ustedes en toda circunstancia.
Con amor en Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC